miércoles, 30 de septiembre de 2009

INAUGURACION DEL "BANQUILLO" ZARAGOCISTA


Hoy se inaugura el “banquillo” del Real Zaragoza en el que se intentará desde la mayor objetividad posible realizar las previas y crónicas de los partidos del conjunto aragonés. También tendrán cabida tanto las noticias de más rabiosa actualidad como los reportajes de momentos o personajes que han marcado la historia de los maños.

Como primer artículo, y coincidiendo con que hoy se dan los primeros pasos en el Santiago Bernabéu hacia la cuarta final de Champions que se realizará en el feudo blanco, me gustaría rescatar una bonita historia poco conocida por la masa zaragocista. El protagonista, Manuel Torres, y su hazaña, ser el único aragonés en levantar la Copa de Europa precisamente en Chamartín, allá por 1957…

El 13 de junio de 1957, en el Estadio Santiago Bernábeu, el Real Madrid daba otro vuelco a la historia con la consecución de la segunda Copa de Europa ante su público. El conjunto blanco vencía a la Fiorentina italiana en un encuentro que aupó a los altares del fútbol a los Di Stefano, Gento, Kopa, Rial. Todos los titulares de prensa fueron para aquella hornada de jugadores que durante 5 años fueron la envidia del continente, el equipo imbatible que parecía dueño y señor de una competición hecha a su medida. Quizás para muchos de ellos, aquel día no era más que otra muesca dentro de su dilatado y excelso palmarés. Desde luego, no era esa la sensación de Manuel Torres, que sabía que aquella tarde estaba viviendo un momento que escribiría su nombre con letras de oro en la historia del fútbol español. Lo que no imaginaba es que 50 años después seguiría siendo el único aragonés que ha logrado este prestigioso título.

La casualidad hizo que la lesión de Atienza, el lateral habitual del conjunto blanco, provocara una cesión de urgencia desde la capital maña hacia Madrid. El elegido fue un jugador flaco y veloz que despuntaba en la banda de los aragoneses, con un juego más propio de la actualidad subiendo todo el carril derecho. Un adelantado a su tiempo, que muchas veces fue censurado por sus entrenadores en su afán de atacar pero que dejó una huella muy profunda en el Real Zaragoza durante muchos años hasta la llegada de Alberto Belsué, un alumno aventajado de su estilo de juego.

Manuel siempre contaba anécdotas de su corto pero intenso paso por el Real Madrid. Aquellas charlas con Gento, en las que la galerna del Cantábrico se quejaba de no tocar bola cuando venía a la Romareda. También recordaba aquel día que Santiago Bernabéu le pidió que jugara en liga cuando su contrato solo era válido para la Copa de Europa. Como Torres comentaba entre sonrisas, “nadie impugnó”. Tras 6 meses en el club merengue volvió a la capital del Ebro con más ganas si cabe de demostrar su valía en su verdadera casa. Los flashes de la gran ciudad no le habían cegado y con una humildad ejemplar sudó sangre por su Real Zaragoza hasta su retirada a los 31 años.

Estamos ante uno de los muchos héroes anónimos del fútbol español. No ha llenado portadas de periódicos ni ha recibido grandes premios individuales, pero su carrera deportiva ha sido la de un profesional de los pies a la cabeza. Un amante de un deporte y de unos colores que siempre llevará en su corazón: el blanco y el azul de su Real Zaragoza. Si preguntas a nuestro protagonista que cuál ha sido el mayor éxito de su carrera futbolística, la respuesta es sorprendente. “Mis 10 años en Torrero y en la Romareda no los cambio ni por todas las copas de Europa”. Un hombre agradecido con el club de sus amores, que aunque saboreó las mieles de la gloria una calurosa tarde de 1957, no renuncia a su tierra por nada del mundo. Una pasión por el Real Zaragoza que ha sabido transmitir a hijos y nietos con la misma ilusión con la que salía cada domingo a defender el escudo del león.

Lamentablemente, la edad no perdona y a sus 78 años Manuel apenas recuerda sus legendarias tardes de fútbol. Su familia presume orgullosa de padre y de abuelo, y les gustaría devolverle todo el cariño y amor que les ha dado durante toda su vida, con un pequeño homenaje del Real Zaragoza, su club, su casa. Un gesto que serviría para regatear durante unos instantes al alzheimer y trasladar a Manuel Torres a aquellas tardes cuando el clamor de la grada jaleaba las cabalgadas de “El expreso de la banda”.

Comentar :

Hay 1
Damsam dijo...

Bienvenido crack!!!

recuerda dar a conocer el blog en otros blogs con comentarios y eso. Bueno, tu ya sabes.

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